miércoles, 12 de enero de 2011

Individuo: Conciencia y Guerra interna

Iniciemos con un gran tema, el comportamiento y la conciencia, ya que es una época en la que todos tratamos de ser mejores, de darnos una nueva oportunidad para corregir nuestro camino, espero que les guste.
Una vez W. H. Auden, describió al ser humano, en uno de sus “sonetos desde China” así:
       “Criatura infantil sobre la cual los años pueden modelar cualquier característica, simular, a gusto del azar, un leopardo o una paloma, que se ve suavemente sacudida por la brisa, que busca la verdad pero esta siempre equivocada, y envidia a sus escasos amigos, y elige el amor”.

Es muy interesante la manera en que el escritor describe al ser humano; al hombre; al individuo en sí. Desde débil, tierno y sensible, hasta fuerte y luchador, pero que también se equivoca. Para Aristóteles, el individuo es la primera sustancia, compuesta de materia y forma. Mientras que para Tomas de Aquino, es lo que en sí no está dividido, si no lo que se distingue o divide de todo lo demás.

Como vemos el concepto es muy complejo y amplio, pero lo es aun mas, lo que compone al individuo, lo que ocurre dentro y fuera de él; pensamientos, sus acciones, recuerdos, sentimientos y hasta las acciones de los demás, es lo que nos hace lo que somos.

Hace miles de años que dejamos de ser un ser vivo como los demás, nos convertimos en el ser mas adaptable que existe en el planeta, y todo, por 1400 gramos de materia gris. Nuestra vida dejo de ser un simple proceso biológico y se convirtió en un afán de encontrarle sentido a nuestras acciones y tropiezos. Es este esfuerzo de encontrar una razón interior a lo que llamamos, Ética. Hemos de actuar según la razón, actuar con ética, ser “buenos”. Mas sin embargo, siempre tenemos que dejar abierta esa tenebrosa posibilidad: “lo malo”.

Lo malo o como algunos lo llaman: la sombra, es un complejo psicológico que existe en todo ser humano. Es un combatiente interno con el que nos debatimos durante toda nuestra vida, y es de suma importancia conocer a este adversario, estar completamente consientes de las tendencias destructivas dentro de nosotros. Y sobre todo, no caer en la negación de nuestra sombra, sino más bien, hay que saber manejarla, para controlar estas predisposiciones destructivas. Mientras que lo bueno es estar a favor de la vida, reafirmarnos como seres humanos y por lógica es lo preferible ante lo malo. Pero también debemos darnos cuenta de que las cosas no son blancas o negras, sino que son grises, abarcan una infinidad de tonalidades, como cuando hacemos cosas buenas que parecen malas, cuando haces algo malo, para tal vez conseguir un buen resultado más adelante. Porque como llego a decirlo Tomas de Aquino, si pudiera darse lo completamente malo, se destruiría a sí mismo, porque sería tan malo que no podría ni ser.

La decisión que hacemos entre lo bueno y lo malo, es el llamado “libre albedrio”, la problemática más grande que fundamenta nuestra supuesta libertad de ser y decidir. El principio del libre albedrío tiene implicaciones religiosas, éticas, psicológicas, jurídicas y científicas. Por ejemplo, en la ética puede suponer que los individuos pueden ser responsables de sus propias acciones. En la psicología, implica que la mente controla algunas de las acciones del cuerpo, algunas de las cuales son conscientes. En el reino científico, el libre albedrío se puede percibir en las acciones del cuerpo, incluyendo al cerebro, no siendo determinadas enteramente por la causalidad física. También se dice que el libre albedrio está ligado a la bondad, que se supone poseemos los seres humanos como por naturaleza, y que es por ello, que se debe elegir lo bueno, pero el juicio de bueno/malo también puede ser algo difícil de aplicar, ya que esto se basa en lo que nosotros consideramos malo, que puede ser completamente diferente de lo que otros consideran malo, o sea lo que es bueno para que o quien, por ejemplo, una piedra en el pastizal es mala para el antílope que tropieza con ella, pero buena para el león que piensa alimentarse del antílope. Así que es bastante difícil catalogar o “etiquetar” de bueno o malo a una persona basada en un simple hecho o juicio. Entonces podemos decir que la guerra interior de un individuo al decidir entre hacer lo bueno o lo malo, es muy grande y contradictoria, puesto que se supone debemos elegir lo bueno, por instinto de conservación, pero al mismo tiempo; lo malo, vive dentro de nosotros, como una forma de hacernos reaccionar y entender los motivos por los que debemos obrar bien, y también hacernos responsables de nuestros actos, porque si tomamos una decisión de hacer cual o tal cosa, es nuestra responsabilidad la consecuencia que esta decisión pueda traer consigo, ya sea buena o mala.

Como bien dijo Swami Sivanada:
            “La batalla interna contra la mente, los sentidos, las tendencias del subconsciente y los residuos de experiencias previas, son más terribles que ninguna batalla externa”.

Otro punto importante dentro de la decisión bueno/malo es la conciencia, que básicamente se refiere a la capacidad que nos indica lo que ésta bien o mal. La conciencia nos predispone a actuar de forma equilibrada entre nuestra cosmovisión y los hechos percibidos del presente. La conciencia establece ciertos criterios de comportamiento al individuo, lo que vendría siendo algo como su ética personal. Pero en algunos individuos la conciencia suele estar equivocada, poniendo como principios, el bienestar propio, por ejemplo. Entonces, como el hombre por naturaleza actúa de manera coherente con lo que piensa, esto lo lleva a actuar erróneamente. Porque según su conciencia eso está bien. Y como dijimos anteriormente lo malo es en contra de nosotros mismos. Se podría decir que nadie actúa mal, por conocimiento.

Pero esto nos lleva a otra contrariedad, si ≪Nadie hace el mal a sabiendas, como nadie es feliz contra su voluntad≫. ¿Por qué si el sujeto entiende la diferencia entre lo bueno y lo malo aun así actúa mal? La respuesta, aunque simple, es algo contradictoria a lo que hemos mencionado antes. Como es bien sabido por todos, los seres humanos tenemos una curiosidad nata, que es lo que nos ha llevado a esta gran era de ciencia y tecnología, pero también es lo que hace que lo prohibido nos llame como por instinto. Porque sabemos que existe esa opción desconocida, que siempre tiende a llamarnos a obrar mal.

Como menciono Jung alguna vez “las prohibiciones convierten al mundo en una réplica de nuestro propio rostro desconocido”. Buscamos como darle un toque excitante a nuestra existencia cometiendo estos actos, ir en contra del sistema, desafiarlo y salir victoriosos, pero la realidad es que nadie sale victorioso, en la lucha, tarde o temprano, pagamos nuestras osadías, ya sea mediante el sistema social o cuando nuestras culpas caen sobre nosotros, lanzadas por quienes nos lo advirtieron.

Otra conducta bastante anti-ética es la tendencia a denegar nuestra responsabilidad de nuestros actos a otras personas o a la sociedad misma. Claro, somos excelentes, triunfadores y exitosos, por nosotros mismos, nuestro esfuerzo y ganas de superarnos, porque solo nosotros y nadie más se merece el crédito de lo que hemos llegado a lograr, nadie culpa por su éxito a su posición social o a sus genes, pero en cambio, si fallamos, somos deficientes y “malos” a nuestro pesar por el sistema social, las circunstancias en que nos desarrollamos y hasta por deficiencias químicas o genéticas. En pocas palabras nos condicionamos nosotros mismos a ser libres al obrar bien pero obligados por fuerzas invencibles cuando actuamos mal. ¿Cómo podemos culpar a las circunstancias o a los demás si se supone que somos capaces de elegir libremente? ¿Por qué es más fácil ser tratado como cleptómano (por ejemplo) que  ser considerado un ladrón? De qué sirve engañarnos a nosotros mismos, si el resultado es prácticamente el mismo; La mediocridad.

Estas son algunas de las conductas anti-éticas, más recurrentes al momento de elegir entre lo bueno y lo malo, pero debemos entender que no nos llevarán a ningún lado. Si la misión principal de la ética es la felicidad, armonía y perfección del ser humano, ¿Por qué no vivir conforme a ella? Parecer difícil, pero es simplemente el vivir día a día, si lo vemos como actuar correctamente por el resto de nuestras vidas, obviamente parecerá difícil, pero si solo consideramos el hoy, porque es lo único que tenemos seguro, suena un poco más fácil, porque nunca es tarde para comenzar a hacer bien las cosas, para que al final, podamos decir, que hicimos nuestra parte. Lo ideal es que una persona no cometiera errores, todos lo hacemos consciente o inconscientemente son áreas de mejora, oportunidades de aprender, por otro lado, muchos grupos de personas juzgan a la acción ya que está terminada, realizada, y otros prefieren recurrir a la prevención, si alguien sabe que mentir va a tener consecuencias negativas, entonces evitemos el mentir. Si alguien sabe que fumar puede causar problemas pulmonares mejor hay que prevenirlo... Así las acciones éticas, pero en la praxis humana diaria esto se da muy poco, muy pocas personas se detienen a pensar lo que sigue, la acción siguiente, muchos las realizamos por instinto o mecánicamente porque así estamos diseñados, no hay demasiado tiempo para pensar si alguien me grita, no cuento hasta diez, simplemente reacciono como mi naturaleza me lo permite y lo pasado quedó atrás.

Diversas corrientes en la literatura, la filosofía y la psicología han insistido en que "El preocuparse por hallar un sentido a la existencia es una realidad primaria, es la característica más original del ser humano." Esta búsqueda de sentido implica situar la vida del ser humano particular en un espacio y tiempo que la engloba y la trasciende para darle finalidad, propósito, estructura y función. El sentido implica pues trascendencia. Como lo dice Víctor Frankl:
"El hecho antropológico fundamental es que el ser humano remite siempre más allá de sí mismo, hacia algo que no es él, hacia algo o hacia alguien, hacia un sentido. El ser humano se realiza a sí mismo en la medida que se trasciende".

Ser inmortales por medio de nuestros actos, ser recordados y saber que hicimos cuando menos un cambio en alguna persona, o en el mundo quizá. Porque la trascendencia es el logro más grande logrado por un individuo, el ser recordado entre todos por alguna característica, descubrimiento o por su sabiduría pensándolo de esta manera no suena tan difícil, ni aburrido y mucho menos loco.

Podemos concluir entonces, que somos completamente libres, porque tanto el bien como el mal se encuentran dentro de nosotros, solo debemos elegir, lo que creemos es mas conveniente, en las circunstancias, porque una persona no es mala o buena por una sola acción, sino por el conjunto de acciones que realiza a lo largo de su vida. Errar es de humanos y debemos aprender a hacernos responsables por nuestras acciones. Saber que jamás es tarde para rectificar el camino. Porque hay muchos que creen que para ellos es demasiado tarde, pero se merece muchas admiración el reconocer los errores, y mucha mas aun para repararlos.

Somos perfectos dentro de nuestra imperfección, ya que esta clase de tropiezos son los que nos hacen grandes, cuando sabemos reformarnos, además de que le da algo de sentido a nuestra vida, porque si todo fuera por obra del llamado destino, que caso tendría vivir, si ya todo esta escrito, en cambio, nuestras elecciones y tropiezos nos dan, recuerdos, anécdotas y también un gran aprendizaje.



Pero es nuestra obligación, tomar las mejores decisiones, para trascender, y ser inmortales dentro de esta sociedad donde los valores son tristemente ignorados, debemos saber que el ser éticos, es por nuestro propio bien y el de la sociedad, como pedimos un cambio en el mundo, en el gobierno, en la sociedad, si nosotros mismos no estamos dispuestos a cambiar, a poner nuestro granito de arena.